Ven a refrescar tu matrimonio en el amor de Dios!
¡Festejemos! Gracias, muchas gracias a todos y cada uno de ustedes, amigos, hermanos, compañeros de viaje que me han apoyado en oración, que han compartido de este blog a otros, o que han dado like a los mensajes. Es por la gracia de Dios y su participación que ha sido posible que este mes cumplamos 1 año con el blog. ¡Festejemos juntos! Si, realmente tenemos mucho por lo que estar contentos, agradecidos y festejando. Sin embargo, hay una razón en especial muy importante para nuestras vidas por la que nace el deseo de cantar y hasta danzar en gratitud. Y esa es de la que me gustaría compartirles hoy. Porque saben, ALGO GRANDIOSO sucedió, y esto es, que a pesar de todas nuestras faltas, imperfecciones y pecados, por la gracia de Dios es que cada uno de nosotros fuimos considerados dignos de ser invitados a festejar con Él, en su gran banquete de bodas. Veamos un poco sobre esto: Parábola del banquete de bodas. (Mateo 22:1-14 NVI) Jesús volvió a hablarles en parábolas, y les dijo: «El reino de los cielos es como un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo. Mandó a sus siervos que llamaran a los invitados, pero éstos se negaron a asistir al banquete. Luego mandó a otros siervos y les ordenó: “Digan a los invitados que ya he preparado mi comida: Ya han matado mis bueyes y mis reses cebadas, y todo está listo. Vengan al banquete de bodas.” Pero ellos no hicieron caso y se fueron: uno a su campo, otro a su negocio. Los demás agarraron a los siervos, los maltrataron y los mataron. El rey se enfureció. Mandó su ejército a destruir a los asesinos y a incendiar su ciudad. Luego dijo a sus siervos: “El banquete de bodas está preparado, pero los que invité no merecían venir. Vayan al cruce de los caminos e inviten al banquete a todos los que encuentren.” Así que los siervos salieron a los caminos y reunieron a todos los que pudieron encontrar, buenos y malos, y se llenó de invitados el salón de bodas. »Cuando el rey entró a ver a los invitados, notó que allí había un hombre que no estaba vestido con el traje de boda. “Amigo, ¿cómo entraste aquí sin el traje de boda?”, le dijo. El hombre se quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: “Atenlo de pies y manos, y échenlo afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y rechinar de dientes.” Porque muchos son los invitados, pero pocos los escogidos.» Esta parábola nos relata que Dios Padre, preparó un banquete de bodas para su hijo Jesus, el Rey del universo. Y enseguida mandó a sus siervos a dar invitaciones, e invitó a muchos, pero muchos de ellos no hicieron caso, prefirieron seguir con sus ocupaciones, (como en su tiempo pasó cuando Jesus vino al mundo, invitó a todos a creer para recibir la salvación, pero su propio pueblo no lo recibió, ya que mucho de ellos no creyeron en Él). Juan 1:10-12 nos enseña que: “En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por medio de El, y el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre... Sabes, Dios no hace acepción de personas, su amor es por toda la humanidad, no importa el lugar donde nacimos, o el idioma que hablemos, ni aun la religión, ya que Jesus no vino a predicar una religión sino un evangelio de salvación. Y Él nos ama tanto, que sigue extendiendo de su gracia, para que todo el que crea en Él y desee recibirlo como su Señor y salvador, sea invitado a las bodas del cordero, como sus hijos, como su iglesia, como su novia. Y continúa la parábola diciendo que al ver como muchos de los invitados simplemente no hicieron caso, rechazando la invitación, Dios Padre decide invitar a todos los que fueran encontrando, buenos y malos, gente común, como nosotros para llenar el salón de bodas. Porque su deseo es ver en el día del gran banquete, por fin lleno ese salón, Él sigue llamando los corazones, Él sigue tocando a la puerta, deseando que todo hombre lo escuche, crea y reciba la invitación. Sin embargo, algo triste que nos muestra el relato, es que un hombre no pudo participar por no estar vestido apropiadamente, aunque él entró, no pudo quedarse, ya que nunca aceptó el vestido de la Salvación que Dios ofrece a cada persona, que triste realidad. ¿Acaso habrá alguien que no crea en el amor tan grande que Dios nos tiene, y prefiera la vida efímera que lo sostiene? Pero aquí vemos aquí verdaderamente ¡cuánto nos ha amado el Padre!, para hacernos dignos de participar en tan grande banquete, ya que Él mismo nos proveyó y vistió con el ropaje adecuado, "el de la salvación", un ropaje que Jesus compró con su sangre preciosa por amor a la humanidad. Como nos lo muestra Isaías 61:10. NVI “Me deleito mucho en el Señor; me regocijo en mi Dios. Porque Él me vistió con ropas de salvación y me cubrió con el manto de la justicia. Soy semejante a un novio que luce su diadema, o una novia adornada con sus joyas.” ¡Que verdadera alegría, que gozo para nuestra alma, saber que es sólo por su gracia, sin haberlo merecido o ganado, que fuimos invitados al gran banquete de las bodas del cordero. Y por esta causa, un día estaremos toda la eternidad con Dios, contemplando su hermosura, sintiendo su abrazo, disfrutando su presencia. ¡Alegrémonos, y gocémonos!, porque Él es el Dios de nuestra salvación y nos ha vestido con lino fino. Apocalipsis 19:7-9 (NVI) “¡Alegrémonos y regocijémonos y démosle gloria! Ya ha llegado el día de las bodas del Cordero. Su novia se ha preparado, y se le ha concedido vestirse de lino fino, limpio y resplandeciente.» (El lino fino representa las acciones justas de los santos, las cuales Él preparo de antemano para que andemos en ellas.) El ángel me dijo: «Escribe: “¡Dichosos los que han sido convidados a la cena de las bodas del Cordero!” » Y añadió: «Estas son las palabras verdaderas de Dios.»” ¿No crees tú que este es en verdad el motivo más grande para alegrarnos en esta vida?, porque después de todo, sin Dios nada somos, el hombre es como la hierba que se seca y sus días son como una sombra que pasa. ¡Que mejor noticia! que saber que fuimos escogidos, llamados e invitados a las bodas del cordero. Es un día para estar gozosos y agradecidos, porque somos salvos y nuestro nombre está anotado en el libro de la vida. Romanos 10:8-10 (NVI) ¿Qué afirma entonces? «La palabra está cerca de ti; la tienes en la boca y en el corazón.» Ésta es la palabra de fe que predicamos: que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo. Dios mismo ha provisto ropa de Salvación para toda persona y hoy por amor a ti la sigue ofreciendo, ¿sabes si la tienes tú? Si te gustaría estar seguro, te invito a orar a Papá, Él sigue invitando al banquete, solamente desea que abramos nuestro corazón a Él, para darnos la vida eterna a través de su hijo Jesucristo. “Padre bueno, gracias por amarme tanto como para considerar el invitarme al banquete de las bodas del cordero, te pido perdón por todos mis pecados y aun los que no recuerdo, se que no es por mis buenas obras sino por tu gracia, que puedo vestirme con la ropa de salvación, porque hace más de dos mil años mandaste a tu hijo Jesus, el cual murió y resucitó para pagar por mis pecados y poder recibir la salvación. Señor Jesus, creo en ti, hoy te abro mi corazón y te recibo como mi Señor y suficiente Salvador. Por favor, enséñame a conocerte más, mi deseo es que se haga tu voluntad en mi vida. Gracias. ¡Ahora puedo cantar de alegría, porque me vestiste de salvación y un día estaré toda la eternidad contigo!. Todo te lo pido en el nombre de Jesus. amen.” ¡Acompáñame!, comparte conmigo esta alegría, gocémonos y cantémosle a Él, quien es digno de toda alabanza y adoración. Jesucristo el Rey. Lectura:
Nos gustaría orar por ti. Déjanos tu petición de oración.
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AutorCreo que no soy nada especial como para hacer grandes cosas; sin embargo, se que tengo el favor de Dios. Categorias
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